A diferencia de su «familiar» el THC, el CBD no coloca pero sí posee un gran potencial terapéutico. Estudios científicos vienen descubriendo sus interesantes propiedades para la salud humana.
Con el fin de aprovechar esas propiedades, en el mercado es posible encontrar multitud de productos que incluyen esta sustancia natural del cáñamo: semillas y flores de CBD, cremas para uso tópico, líquidos, aceite de CBD en gotas… que se usan de distintas formas.
Enumeramos los efectos del cannabidiol fumado y describimos tanto este como los otros formatos o vías de consumo del compuesto. Por último, comparamos los efectos del CBD fumado frente al uso del aceite de CBD en cuanto a efectos secundarios, tiempo para percibir sus beneficios, etcétera.
El cannabidiol, o CBD, es una de las sustancias presentes en el cannabis. Al contrario que el tetrahidrocannabidiol (THC), el otro cannabinoide principal de la planta, no tiene efectos psicotrópicos. Lo que significa que no altera el sistema nervioso, la percepción o consciencia de quien lo consume.
Si el THC es el responsable de los típicos síntomas asociados al consumo de la marihuana (euforia, mareo, hambre voraz, etc.), al CBD del cáñamo se atribuyen estos otros efectos favorables:
El empleo de CBD es seguro y además es legal en determinados formatos o presentaciones.
No es adictivo.
Respecto al cannabidiol inhalado o fumado —enseguida veremos esta y las otras vías de administración del compuesto—, algunos usuarios informan de ciertos efectos adversos. Son los siguientes:
Aunque se trata de casos muy puntuales, en personas que comienzan a usar CBD (fumadores poco experimentados) y/o lo hacen en dosis muy elevadas.
El CBD se puede suministrar de diferentes formas. Describimos las principales a continuación.
Esta sustancia puede consumirse inhalada por vaporización o fumada. A través de líquidos (los E-liquids CBD) para usar con vapeador y cogollos de CBD para fumar, respectivamente.
El cannabidiol inhalado es una «vía rápida»; produce efectos de modo casi instantáneo. Al vapearse o fumarse, el compuesto alcanza rápido los alveolos pulmonares y de ahí pasa al torrente sanguíneo.
Para una dosis aproximada de 20 miligramos, el CBD inhalado tarda un par de horas en metabolizarse o eliminarse del cuerpo.
Algunas tiendas venden cannabidiol para consumir vía oral; en forma de pastilla o gominolas, para tragar y que la sustancia genere los efectos antes descritos también de manera rápida.
Otros sitios web lo ofrecen asimismo en infusiones, mezclado con, por ejemplo, chocolate, o en formato aceite para dosificación en gotas.
Estos últimos, los aceites de CBD —algunos con sabores como fresa o naranja—, se usan aplicando unas gotas de producto bajo la lengua.
Por último, otra forma de aplicación del cannabidiol es la cosmética.
Los productos cosméticos y bálsamos de cannabidiol para aplicaciones externas: lociones, cremas, cacao o aceite enriquecido con CBD y aceites esenciales para aromaterapia.
El aceite de cáñamo es antioxidante, protege contra agentes externos, hidratante y nutritivo, regenerador de la piel dañada, relajante, alivia los dolores musculares (propiedades antiinflamatorias y analgésicas), eficaz contra el acné… En este otro post del blog de Snadi hablamos largo y tendido sobre los beneficios del aceite de cáñamo y el CBD para la piel.
En líneas generales, el CBD es un producto beneficioso, con baja toxicidad y efectos positivos. Fumado o consumido, no suele entrañar ningún peligro para la salud; tampoco aplicado sobre la piel, más allá de posibles reacciones alérgicas a algún componente.
En cuanto a la primera vía de consumo, no hay nada que certifique que fumar CBD sea malo, siempre que no se abuse de las dosis máximas recomendadas, o sea, siempre que su consumo no sea exagerado. Fumar CBD no es dañino, no coloca ni produce ninguna alteración mental como comúnmente sucede con el THC.
Un APUNTE importante: fumar CBD no es lo mismo que fumar marihuana (flores con contenido significativo de THC). Fumar cannabidiol no coloca. Al contrario que el THC, el CBD no es psicotrópico; no es una droga que altere el comportamiento o los pensamientos.
Dicho esto, hay que tener cuidado con el producto en cuestión que se vaya a consumir. Si bien la sustancia es segura, si el producto no es de calidad se corre el riesgo de la presencia de contaminantes. Asimismo, debe respetarse la dosificación y tener en cuenta las características particulares de cada individuo.
También han de considerarse las interacciones medicamentosas, en caso de seguir algún tratamiento con un fármaco prescrito.
Aunque se han realizado y se siguen realizando estudios para comprobar si existen efectos secundarios adversos en el uso del cannabidiol, hasta la fecha no se han detectado.
En general, el cannabidiol es un compuesto seguro y sin efectos secundarios. Aunque —como sucede con cualquier medicamento de uso común— estos estarán directamente asociados con la dosis, la frecuencia de consumo y el propio organismo, es decir, la tolerancia de cada persona.
La seguridad de un producto a base de CBD, independientemente de que este sea para fumar, ingerir o para uso tópico, vendrá determinada por la calidad. Hay que cuidar que esté libre de THC y de contaminantes.
El CBD es un complemento natural que ayuda a aliviar el estrés, dormir mejor o reducir el dolor físico.
Los efectos del CBD fumado, vapeado o en aceite varían dependiente de la persona. Por ello, es recomendable consumir al propio ritmo y de manera paulatina. Tan solo unas gotas de cannabidiol son capaces de alterar el SEC, el sistema endocannabinoide que, entre otras cosas, se encarga de regular el sistema nervioso del cuerpo. En el caso del aceite de CBD, se puede partir de unas pocas gotas (de 2 a 4) e ir subiendo poco a poco.
Por Elisabeth Lahoz
